Por: Sheila M. Torres Negrón
¿Y qué pasa en intermedia?
Parte del plantel escolar-escuela intermedia Ernestina Méndez de Echeandía. Foto por Yelena Santiago
En el octavo grado, el cual enseña Liesel, el adolescente debe conocer las reglas de acentuación, tener un dominio básico de la redacción, identificar los elementos del cuento y dominar la comprensión de lectura. Es en la ortografía y la redacción donde los estudiantes muestran más deficiencias, plantea la maestra.
¿A qué le atribuye este problema?, le preguntamos. Inmediatamente contestó: “A la falta de lectura, el uso de equipos electrónicos -especialmente los mensajes de texto- y la falta de interés”.
¿Son adecuados los currículos?
No, opina Acevedo.
“Hay unos currículos que entiendo que deberían actualizarse. Hay unas obras que yo entiendo que deberían conocerlas, pero quizás [sería mejor solo] hablarles de ellas; obligarlos a leer cierto tipo de obra [no es efectivo]… ya hay que ir cambiando y actualizando el currículo”.
Como ejemplo, comenta que la novela Yuyo no les gusta mucho a sus alumnos. El lenguaje de la obra es del jíbaro campesino de finales del siglo XIX, principios del XX, y no les atrae, asegura. Considera más apropiado trabajar con libros de Isabel Allende o de escritores puertorriqueños que sean más contemporáneos.
Portada de la novela Yuyo de Miguel Meléndez. Imagen de http://pinocha.net
El amor por el vernáculo
La profesora, a base de su observación, opina que los jóvenes no sienten mucho aprecio por el idioma español. “Y más por el español puertorriqueño. Ellos lo ven como inferior porque es que así lo hacen ver muchas personas, aunque no sea cierto. Inclusive, los mismos medios y otras culturas que nos dicen que nosotros no sabemos hablar correctamente, que el español de nosotros lo hablamos feo, que no decimos las palabras bien”.
En sus 20 años en el campo de la educación, ha sido testigo de los cambios que sufren las generaciones. “Los estudiantes de antes se esmeraban más. Ahora, algunos se esmeran y otros no tanto. El español sí ha ido desmejorando en términos del vocabulario. A veces uno se queda sorprendido de ciertas palabras que uno menciona y ellos no las conocen”.
Entonces, nos graduamos de noveno grado. Vamos a una escuela superior, donde nos creemos hombres y mujeres capaces de resolverlo todo. Empezamos a planificar nuestras vidas. Pero, ¿cómo lo hacemos? ¿Con nuestros amigos o con nuestros “BFF”? ¿Con mucho entusiasmo o con “senda” emoción? ¿Con la idea de que queremos superarnos o “pq keremos sr algn n la bida”?
La recta final: escuela superior
El profesor Saúl Mártir, maestro en la Escuela Patria Latorre Ramírez (escuela del siglo XXI), le da clases a esos que están a punto de graduarse: a los estudiantes de duodécimo grado. En esta etapa, sus alumnos debes ser capaces de tener dominio de la ortografía, redactar correctamente, conocer las partes de la oración, analizar y comprender lecturas y poemas y estructurar ensayos. El maestro reconoce que la mayoría llega con lagunas, y que hay que llevarlos a la práctica para que dominen esas destrezas.
Profesor Mártir junto a algunas de sus alumnas. Foto por Karina Rivera
¿Qué les falta y por qué?
Identifica unas deficiencias colectivas: “Lo que es la ortografía, siempre se presenta como un problema para ellos. En cuestión de redacción, también. Ellos también se quejan mucho del análisis de obras. Siempre tienen esa debilidad”.
¿Por qué jóvenes que están próximos a graduarse carecen de estos conocimientos? Porque no leen mucho, y lo que leen, explica Mártir, “son lecturas espirituales y en inglés. No le están dedicando mucho a la lectura en español”. Por tanto, se limitan a lo que asignan en la escuela, leyendo más por obligación que por placer.
Tal vez, esta falta de interés por la lectura se debe a que las obras no son las adecuadas para el estudiante de hoy. Por eso, el maestro reconoce que “como maestros, tenemos que cambiar parte del currículo, porque hay algunas obras que sinceramente no van con los estudiantes. Yo busco aquellas que yo sé que están más al día, que son más cercanas a las experiencias de ellos y lo que ellos conocen”.
Opina que, para que una lectura llame la atención de sus estudiantes, tiene que tratar temas modernos. Los temas sobre el amor platónico o de problemas sociales son los que a ellos más les gustan. Por otro lado, las obras “más filosóficas” son las rechazadas, explica Saúl, quien lleva 25 años como maestro.
Mártir asegura que el uso inadecuado de los aparatos tecnológicos ha afectado la manera en que los jóvenes redactan. “Como se pasan tanto tiempo ‘texteando’ o chateando, a veces esos mismos errores ellos lo reflejan. Y otra cosa que reflejan es el pobre vocabulario. Ellos de vocabulario no conocen mucho, pero es por la siguiente razón: por vagancia; no buscan vocabulario”.
Nuevos recursos tecnológicos de la Escuela del siglo XXI. Foto por William Mercado
Algunos de los errores que más sorprenden al maestro es cuando sus estudiantes dicen “googleando” o “senda fiesta”. En el primer caso, se refieren a hacer una búsqueda en Google; en el segundo, utilizan el vocablo “senda” como sinónimo de extraordinario o excelente.
La mezcla con el inglés
El hecho de que muchos jóvenes prefieran ver programas televisivos en inglés y escuchar música en ese idioma, afecta directamente la manera en que se comunican en español, asegura Mártir.
“Utilizan ciertas palabras del inglés y las mezclan con el español. Al ser ellos tan jovencitos, juran que es lo que está ‘in’, lo que está en el momento”, comenta Saúl, cayendo en la misma trampa.
No obstante, Mártir considera que los estudiantes, aunque no lo expresen, sí se preocupan por el preservar el idioma español. “Quizá, por las circunstancias que nosotros tenemos ya sea políticas, económicas, sociales y demás, no le vemos tanto esa importancia y amor, pero yo sé que ellos lo sienten”.
Nuestra relación con Estados Unidos tiene que ver mucho en el asunto, considera. “Los estudiantes notan la gran necesidad que tienen de dominar más el inglés para triunfar. Es una barrera que tienen que superar para tener éxito en la vida. Ellos se quejan constantemente de que no saben inglés, que no lo pueden dominar, que van para la universidad y los libros son en inglés, y eso influye mucho” concluyó.
Entrevistamos, escasamente, a tres maestros. Solo tres escuelas, de las cerca de 1,450 que hay en la Isla, están representadas en este artículo. Por tanto, no podemos generalizar, y dar por hecho que estos testimonios son los que definen a los miles de estudiantes puertorriqueños de escuelas públicas. No obstante, queda claro que es imprescindible contar con maestros comprometidos a fomentar y defender el uso del buen español.
Por supuesto, Dialecto Boricua no puede olvidar que nuestro español es uno único, distante de todos los demás países hispanoparlantes. Por tanto, instamos a nuestros maestros a promover nuestro sistema lingüístico.
¡Porque hablar en puertorriqueño nos identifica!
Para leer la primera parte de este artículo, pulse aquí.
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