-¡Esa muchacha no aprende! Está buscando fuete pa’l fondillo.
El dicho se refiere, según “Los que dicen ¡ay bendito!”, a hacer algo que resulte en perjuicio propio, haciéndolo con pleno conocimiento de lo que se espera.
El origen de la frase parece remoto, como lo indica la costumbre ya casi perdida, del castigo corporal a los niños con un látigo o fuete, que permanecía en un lugar visible de la casa, como muda amenaza. Era tan familiar que, incluso, se le ponía nombre propio. Algunos de los informantes del libro antes citado, recuerdan a “Santa Catalina, que si no te portas bien, te cae encima”. Esta costumbre también se encuentra en otros países americanos. En Panamá, por ejemplo, se le llama “Matías Moreno, que quita lo malo y pone lo bueno”. Cuando se pasaba de la amenaza a la acción, los latigazos caían sobre las piernas y las nalgas.
En aquellos tiempos más patriarcales, eran el padre y la madre los encargados de imponer la disciplina. A ellos correspondía el uso del fuete que, más que instrumento de tortura, era signo de autoridad, como lo deja ver otro dicho popular: “repicar el fuete”, que estudiosos apuntan a que significa “tener el mando, partir el bacalao”.
Aunque el DRAE no registra la palabra “fuete”, Augusto Malaret Yordán le da una etimología francesa (fouet), y revela que su uso es general en América como sinónimo de látigo. Como derivados de fuete, en Puerto Rico, aparecen las formas “fuetiar” (azotar) y “fuetiza” (paliza).
Por otro lado, Ángel Rosenblat planteó que “el fuete americano ha tenido su expansión desde las Antillas francesas, donde negreros, mayorales y capitanes de barcos bucaneros lo utilizaban como instrumento supremo de convicción y de gobierno.
Una variación es “buscar fuete para su culo” o “buscar lo que no se le ha perdido”. En el habla general, “buscar fuete para su fondillo” tendría como equivalente “meterse en la boca del lobo”.
Agradecemos a María Elena Negrón Pérez por recomendarnos la frase de hoy.