Artículos lingüísticos

Palabras y frases boricuas en un día de verano

El clima tropical y las actividades propias de la cultura puertorriqueña son factores que inciden en la manera en que hablamos, y el verano será la época idónea para compartir algunas de las frases que nos distinguen.

El calor, que podemos llamar vaporizo o sofocón, muchas veces nos convence de que visitemos las playas, los ríos o algún parque acuático de la isla, ya sea para compartir con la familia, janguear o pasar un tiempo con los amigos, o simplemente para broncearse y quitarse la jinchera o la palidez.

En estos lugares es común encontrar personas con el volumen de la música a to’ jender o a su máxima capacidad y dándose cuatro palos o consumiendo bebidas alcohólicas. El ambiente de fiesta y diversión invita a darse un chapuzón.

Pero, cuando sale del agua enchumba’o o empapado, siente el hambre que es resultado de las calorías quemadas y la exposición al sol. En ese momento, se siente capaz de comer más que una llaga mala o como lima nueva, que es lo mismo que comer en exceso.

Mientras se monchea o deleita un delicioso pincho, hecho de trozos de carne atravesados por un palillo, o un suculento sándwich, tenga cuidado hacia dónde dirige su mirada. Si está con su pareja y se cae de la mata o es obvio que está ligándose a alguien, podría ganarse un regaño o que le cojan por el cuello.

Otra razón para que se genere una discusión con su acompañante es que le abombe o le deje un mal olor al carro por subirse entripa’o o mojado. Evite que lo quieran dejar a pie y se ponga a pedir cacao o implorar un perdón que puede ser difícil de conseguir.

Si logra pasarle la manito o convencerle de que se tranquilice, proponga visitar un chinchorro, que no es otra cosa que un negocio pequeño y modesto, para olvidar la disputa y terminar el día con buen ánimo.

Si está por el área de Piñones, aproveche la oportunidad para probar las fritangas o frituras. Allí las alcapurrias, hechas de plátano, yautía o yuca rallada y rellena con carne, están por un tubo y siete llaves, o sea, en abundancia.

Para culminar, pero siempre teniendo en cuenta la responsabilidad de designar a un conductor que no haya consumido alcohol, puede brindar con un chichaíto, un trago hecho con ron y anís.

Al final del día no solo habrá hecho actividades típicamente puertorriqueñas, sino que habrá disfrutado de compartir el dinámico dialecto boricua.

No importa cómo pase su día de verano. El punto es no comerse un cable o aburrirse en  casa, mientras puede disfrutar de esta época del año en que muchos están libres de sus responsabilidades del trabajo, la escuela y la universidad.

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